El Aikido se caracteriza por ser una disciplina cuyas características tan particulares le permiten ser un sistema que complementa la educación clásica. Los comportamientos virtuosos que se ven expresados una y otra vez no son más que un aporte de la tradición japonesa, cuya cultura más tradicional se expresa a través de este arte. La primera virtud que se trabaja con la práctica del Aikido es la cortesía. El saludo se repite incansablemente desde el momento en que nos ubicamos a las afueras del dojo, al subirnos al tatami, al saludar a nuestro profesor y nuestros compañeros de entrenamiento, cuantas veces sean necesarias, según interactuemos con uno u otro. Este acto de cortesía expresa humildad y respeto. Este respeto no es tan sólo al entorno y a los demás, sino que principalmente a uno mismo. El primer ejercicio en pareja que se practica en los dojos de Aikido es Tai No Henko. Para poder llevarlo a cabo debemos saludar a un compañero y colocarnos uno en frente del otro con un pie por delante en posición triangular. Ámbos deben quedar en una posición como si estuvieran frente a un espejo y el que está al frente fuera su propio reflejo. Esto no es casual. El compañero que tenemos en frente debe ser respetado como si fuesemos nosotros mismos. Debo reflejarme en el otro, debo estar en empatía con aquel que puede ser un agresor. Es por ese motivo que al ejecutar Tai No Henko rotamos y nos colocamos al lado del compañero mirando en el mismo sentido que él. Poder observar desde el mismo punto de vista nos hace ver las cosas de la misma manera. Debiéramos, entonces, ser capaces de ver el lugar donde estábamos tan sólo un momento atrás. Aquel lugar en el que inicialmente mirábamos de frente a nuestro compañero, el espacio que ahora está vacío porque ya no somos dos personas enfrentándose, sino que somos dos seres humanos unidos en una misma visión, dos iguales enfrentando el mismo destino. Si comprendemos esto nos daremos cuenta que el respeto que ofresco a mis pares es el respeto que entrego a mi propio ser.
Artículo original de Michel Manghi Haquin, Profesor de Aikido, 4to Dan Aikikai