Este será el primero de una serie de artículos que nuestra escuela comenzará a publicar para que la comunidad interesada en este Arte pueda conocer, aprender y acercarse más a las enseñanzas promovidas por el maestro fundador Morihei Ueshiba.
Cuando recibo un llamado telefónico ó un correo electrónico de alguien interesado en aprender Aikido generalmente el interés es informarse sobre horarios y precios de las clases. Es algo obvio que busquen lugares donde los horarios de clases concuerden con los tiempos libres y que los precios sean accesibles al presupuesto mensual. Si tengo la oportunidad aprovecho de preguntarles si conocen sobre Aikido, si se han informado y si sabe cual es la motivación que los mueve a querer aprender este Arte. Un gran porcentaje responde que tiene interés en aprender a defenderse pero sin tener que sufrir el proceso doloroso de esculpir su cuerpo, volverlo fuerte y resistente a cualquier tipo de golpe que puedan recibir. "Busco una disciplina menos violenta" me han dicho. Creo que es normal que nuestra cultura, todavía ignorante e inexperta en estudios de este tipo, crea que un arte como el Aikido no involucre un sacrificio corporal. Que sea menos intenso desde el punto de vista del acondicionamiento físico requerido no implica que durante las prácticas el cuerpo no experimente dolor, golpes o cansancio. Es más, el dolor de un golpe de puño, en muchos casos, puede ser mucho menos intenso que una luxación de muñeca ó una fractura de articulación. Les menciono esto no para asustarlos o dar a entender que el Aikido sea peligroso, sino para que comprendan que este arte, aunque persigue fines mucho más elevados, requiere de la experiencia corporal, del esfuerzo y quizás del dolor para transitar hacia un estudio mayor. "Aikido es Budo" decía O´Sensei en sus charlas y Budo es el corazón de las artes japonesas. Budo es la "vía marcial", el proceso, el camino que nos guía y conduce hacia un destino. Es la educación del "Espíritu Marcial" el que debe ser entrenado en cada práctica. El corazón y alma de todos puede pasar por un proceso de limpieza y depuración (Misogi) para despojarse de los miedos, lo negativo que nos hace daño y hacer resaltar lo luminoso que llevamos dentro. Comprender las capacidades del cuerpo, los límites de lo físico, es el primer paso para transitar el camino hacia el verdadero fin. No es necesario que sea con violencia, pero sí es necesario ponerlo en acción, para que tomemos conciencia que tiene sus límites y que para trascenderlos dependemos de nuestra mente y de nuestro espíritu.